- ¿Qué es lo que quieres?
- No sé.
- ¿Y entonces qué has venido?
- No lo sé.
- Y dime… ¿Vienes de muy lejos?
- Sí señor, de un lugar al que no recuerdo haber ido jamás, y del cual mi memoria no tiene imagen alguna que pueda descifrar. De donde los sueños y los deseos y las pesadillas convergen en una sola entidad que deambula sin rumbo fijo.
- Mmmm… comprendo. ¿Sabes al menos qué hora es?
- No señor, ni la más remota idea.
- Ahá… son las Saturno con veintidós minutos. Para cuando sea Júpiter sonarán las campanas y esto podrá haber sido sólo una alucinación o será un futuro que jamás existirá. Eso tú lo decides…
- Y… ¿Existe alguna escapatoria?
- ¿Escapatoria? ¿Para qué escapar de algo que no te amenaza?
- No lo sé. Estoy un poco confundido.
- Es normal… todos nos sentimos confundidos en algún momento.
- ¿Dónde estoy?
- En el mismo sitio de dónde no partiste… en el mismo punto exacto a dónde no llegarás nunca, a menos que decidas sacrificarte.
- ¿Sacrificarme? ¿A qué se refiere señor?
- No temas, no todos los sacrificios implican sangre.
- …
- Es difícil de entender, lo sé. No te preocupes, seguimos desplazándonos a treinta y cinco nudos, estamos estables.
- Perdón señor, no lo comprendo muy bien, no me he movido en lo absoluto.
- Mis disculpas, me temo que hablo demasiado y me explico muy poco. Para desplazarse no hace falta mover ni un solo músculo.
- Eeehhh… creo que cada vez entiendo menos… ¿Sin mover un músculo? ¿Cómo sería eso posible?
- (Se oyen carcajadas)… sigues apegado a lo material, ¿Cierto? Aquí no existe la gravedad, ni la aceleración ni la velocidad… el límite es la imaginación.
- Pero… estem… siento náuseas.
- Es súper lógico, los mareos son comunes, pero si no tienes estómago ¿Qué vomitarás?
- …
- Intenta siquiera abrir tus ojos, o cerrarlos, o parpadear.
- No puedo señor.
- No te confundas, no es que no puedas, conocer la realidad es duro, dimite, sacrifícate y todo esto pasará.
- Pero… si no sé ni dónde estoy, o cómo salir, o cómo volver.
- Si intentas respirar te ahogarás, no te alarmes.
- Creo que voy a morir.
- Crees… ¿Y quién te aseguró que no estás ya muerto? ¿O lo contrario?
- …
- Huye, no estás listo todavía.
- No quiero huir, quiero quedarme, pero tengo miedo señor.
- ¿Y qué se siente?
- No siento nada.
- Entonces ¿Cómo sabes que es miedo?
- Lo supongo. Tengo la cabeza alborotada.
- Entonces… ¿Podrías apostarla a que no sabes nada?
- Mmmm… creo que sí… o no… no lo sé señor.
- Vete, no es el momento.
- ¿A dónde señor?
- Al fin, al inicio, a donde más te apetezca.
- ¿Puedo?
- El límite es la imaginación, no lo olvides.
- No señor.
- Recuerda, el soñar es una de las pocas cosas que no controlamos, tenlo presente o tu ser podría desvanecerse en el limbo.
- ¿Limbo?
- Adiós.
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