...Desde las rejas de la ventana que iluminan esta celda la cara sucia de la luna aguarda allí afuera y su reflejo se escabulle hasta este pedazo de papel, me da una palmada en la espalda y me aguarda apaciblemente. La humedad de mi habitación provoca un intenso frío que penetra en los huesos y busca refugio entre la carne.
"Debo decirte que podría estar mucho peor y que la ilusión de ver tu rostro ya crecido una vez que salga de aquí es el aliento que cada día me reconforta. No puedo decirte que te extraño para serte sincero, más bien son unas ansias por poder reconocerte y que el efecto sea recíproco. Ya son tres mil doscientos ochenta y cinco días que te alejaron de mí... que me alejaron de ti; pero no importa, tan sólo quedan unos cuantos miles de segundos que se me harán infinitos para volver a ver tus ojos esmeralda y su intenso brillo.
Admito que no quise pedir ninguna de tus fotos por correo pues temía a resquebrajarme y éste no es uno de esos lugares en donde me pueda dar ese lujo... si te reconforta saberlo, más de una vez derramé una lágrima bajo la lluvia mientras te imaginaba correr por el campo; de forma bastante disimulada para no levantar sospecha alguna.
No temas si no emito palabras en nuestra primera cita, es que tanto tiempo pensando hizo que mis cuerdas vocales se debilitaran... y los puños justicieros solo me arrancaban gritos a la medianoche contra mi voluntad, por lo que mi voz está media oxidada y exhausta. No te preocupes, me recuperaré.
Soy consciente de que esta fue una larga espera, y no sé si tienes mezcla de ansiedad o enojo, que lo más probable es que reciba una bofetada o una mirada indiferente de tu parte; quizás un silencio abrumador, o un abrazo intenso. Sea lo que sea lo comprenderé y no te juzgaré, pues no tengo la voluntad ni la autoridad para hacerlo.
Paso a contarte que los últimos días han sido muy intensos, me apartaron del resto para que no haga ningún desastre que pudiera auto inculparme y meterme en líos. Me ayudó bastante el relajante muscular y los analgésicos, se ve que mi cerebro estuvo haciendo horas extra y tenía bastante migraña. Por fin pude conciliar el sueño luego de tanto tiempo, estaba acostumbrado a dormir con un ojo abierto y uno cerrado, vigilando mi guarida; la confianza es algo que no se obtiene de forma instantánea y el respeto hay que ganárselo de la forma más cruda y brutal..."
Me despedí de la forma más cordial que pude y sellé esa carta en la cual había puesto hasta el ínfimo pedazo de mi sinceridad. Me había expresado como pocas veces en mi vida, o lo que quedaba de ella...
Sé que se agotó el tiempo en mi reloj de arena; con el paso medio tembloroso me fui acercando, aquel día gris y ventoso, cuando ya no pude más me desplomé sobre mis rodillas, extendí la mano y le dejé mi carta sobre su tumba... querida hija mía, como te extraño...
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