Nunca olvidaremos a nuestro querido amigo, sin embargo lo único que puedo recordar en estos momentos de él es solamente su muerte y la forma en que sucedió su entierro.
Recuerdo que fue un día lluvioso, afuera las gotas caían como si fuesen proyectiles, capaces de atravesar cualquier cosa que se interpusiera entre ellas y el suelo. Estaba dando una actuación magnífica frente a una multitud de espectadores que admiraban la intensidad, el sentimiento con el que interpretaba su papel; todos completamente compenetrados en sus movimientos, sus expresiones, cada minúscula emoción con que salpicaba a los allí presentes hacía que transformaran sus rostros, pasando de las risas a las lágrimas más incontenibles.
Nosotros siempre tuvimos papeles secundarios en su obra maestra, pero no nos importaba, a su lado nos hacía sentir a su mismo nivel de excelencia. Como decía, en esa última función noté que algo no andaba bien, sus pasos se veían mezclados, como si le costara proseguir el guión que tenía que seguir. Así, de pronto, todos quedamos estupefactos al ver que en uno de sus pasajes su cuerpo se contorsionó por completo, acto involuntario o error del manager, vaya uno a saber, pero su pierna derecha quedó acariciando la oreja izquierda, el brazo giraba por su cintura y daba una vuelta completa, las muñecas parecían haber sido desmembradas de cuajo.
En fin, fue catastrófico… el titiritero no tuvo otra alternativa que cortar los hilos de su vida para intentar desenredar su pasado de miseria. Allí pereció, frente a la multitud acongojada y triste, muchas lágrimas fueron derramadas esa tarde gris.
El payaso triste y la reina del dolor dijeron unas palabras en su honor, los cuervos del desamparo se quedaron largo rato frente a la caja de zapatos que hacía de ataúd para malgastar ilusiones en vano con la esperanza que volviera de entre los muertos para hacernos un poco más de compañía. El gato negro se relamía las patas sutilmente, se sabe que ellos pueden vagar entre los mundos… solamente nos dijo “Él está bien” y se escabulló sigilosamente a su guarida.
Yo regresé muy lentamente al teatro, donde me ataron los hilos de la vida en cada una de mis extremidades, y sigo su mismo camino.
sutil y emocionante!
ResponderBorrarGracias
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