Ante la presencia de la tenue luz de esta vela y el más sórdido silencio, los pasadizos de mi cueva forman un laberinto único. Cualquiera que se atreva a adentrarse en ellos se encontrará recorriendo para de mi penosa mente.
Entre los huecos que forman las rocas, la insolente brisa acarrea llantos y quejidos, arrastrados vaya a saber de dónde... la humedad y el frío abrumador causan un clima hostil para quienes en su vida no fueron capaces de aventurarse poco más allá de lo que sus narices les permitieron. El eco reverberante de las gotas de agua formando estalactitas retumba y resuena hasta lo profundo de los huesos... los petrifica y les arrebata toda esperanza.
Por los caminos sinuosos que conforman la locura, se esconden figuras fantasmales... recuerdos de funerales de otro siglo, o espectros pertenecientes a la esquizofrenia acompañan el caminar; paso a paso acechan a nuestro alrededor, invisibles a la simpleza del ojo humano, mas no ajenos al oído atento.
Murmullos leves de personas que se aproximan y se retiran es la presencia acosadora que lo envuelve a uno durante el trayecto. Dedos temblorosos y una estupefacta transpiración congelada que se escurre por el cuello. La luz de la vela refleja el brillo de las pupilas de las criaturas que acompañan en la penumbra, huyendo despavoridos por momentos sólo para encontrarnos más tarde, con un poco de suerte.
El escalofrío de un aullido perdido de un canino hambriento, pone todos los sentidos en juego... allá a lo lejos se asoma la comisura de una sonrisa peculiar, aterradora, que se desvanece detrás de un montón de rocas que no conducen a ninguna parte.
La incertidumbre de un mañana impacienta, y el crujir de los pasos sólo aumenta las ansias. Sombras y negrura se entrecruzan en la espesura de las tinieblas y la calidez de la llama se va debilitando con el pasar del tiempo. Si decir que el sabor de la cera derretida sobre la piel de las manos no es para nada alentador, solamente hace percatar que no se trata de una pesadilla o sueño de mal gusto.
Silbidos... alguien llama... ¿O es simplemente el viento jugando por los pasajes inertes? Siendo observado en todos y cada uno de los movimientos... ¿Por quién? No se sabe... y las cuerdas vocales se encuentran tan bien resguardadas en la garganta que ni se atreven a asomarse para averiguar.
Una dama de apariencia pálida hace su aparición a un par de pasos; los rojizos y oscuros cabellos cubren casi la totalidad de su rostro... con túnicas bastante precarias o desgastadas se dirige hacia donde me encuentro... se detiene frente a mí... "Shhhhh" susurra, extiende su mano y señala sobre mi espalda... y a medida que volteo para ver, se consume el pabilo que queda.
Muy bueno el sótano, me siento muy identificado
ResponderBorrarGracias por el comentario.
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